[ El NuevoDía / 4 de julio del 1982 ]
Jaíme Suárez recién completó el mural en planchas de barro para la fachada que da a la Avenida Ponce de León del Centro de Bellas Artes en Santurce. El mural, donado por la Universal Insurance Company, es de acento predominante vertical. (44 pies de alto por 16 d e ancho). El efecto, en términos visual, es extraordinario y bien merece una visita especial sólo para verlo.
En este mural, Jaime Suárez útiliza motivos que recuerdan formas arquitectónicas, en contraste con sus murales anteriores en la empresa Roche de Manatí y en Los Baños de Coamo, donde el paisaje era el punto de partida para sus composiciones. El mural de Bellas Artes es de perfil estrictamente geométrico mientras que en sus murales anteriores las líneas eran abiertas y de perfil irregular.
En el mural de Santurce, dos franjas verticales, asimétricas y paralelas, ascienden por el muro, Sus perfiles interrrumpidos para crear una forma circular, amanera de sol, elementos recurrentes en la obra de Suárez. La franja izquierda,más ancha, termina en la forma de sol, mientras que la derecha se ensancha a mitad de camino y continúa hasta la línea superior del edificio. Dentro de este formato vertical el artista ha creado una serie de franjas horizontales con los módulos que forman el mural. Establece una tensión efectiva entre el movimiento vertical de la pieza y las líneas horizontales creadas por los módulos.
Los módulos, o unidades que componen el mural del Centro de Bellas Artes son básicamente planchas cuadradas y rectangulares a las cuales Suárez adiciona pedazos geométricos de barro. La otra forma principal se compone de un rectángulo sobre el que se proyecta un triángulo en relieve. Este módulo compuesto por el rectángulo con la proyección triangular se asemeja a las fachadas de casas con techos inclinados, y más específicamente a los templos Maya de Yucatán. La proyección de los triángulos ayuda a cerrar la franja y a separarla de otras. En ocasiones Suárez ha invertido la posición de los módulos/templos, y los triángulos invertidos crean a manera de un paréntesis que establece claras divisiones horizontales en el diseño.
Cada franja del mural consiste de la repetición del mismo módulo.Cada módulo, sin embargo, tiene esgrafiado, relieve o incisiones que lo hacen único. Adicionalmente cada plancha está trabajada en términos de colora través del uso de óxido de cobre y barro blanco (caolina), que también modifica su aspecto y diseño, de manera tal que aunque los módulos tienen una misma forma básica,cada uno tiene un carácter individual. Las variaciones son sutiles pero significativas, y el ojo busca en vano la repetición en el diseño. Cada franja pues combina efectivamente la variedad y carácter individual de cada pieza con el uso repetitivo del módulo.
La superficie de las planchas está trabajada en incisiones y con relieves de trozos rectangulares de barro. Los trozos de barro y las incisiones crean formas que recuerdan números romanos, signos de adición, de resta y multiplicación. Estas formas geométricas que en ocasiones se leen como puertas de los módulos/templos, o como pretiles, en otros contextos se acercan al carácter de inscripciones. Esta fluidez en la función de los elementos geométricos ayuda a crear el sentido de una diversidad, casi inagotable, de maneras diferentes de mirar el, mural, lograda por la combinación de elementos sencillos.
El color en el mural de Bellas Artes resulta también del hábil empleo de elementos sencillos. Jaime Suárez logra la gran variedad de tonalidades utilizando solamente óxido de cobre y coalina sobre el barro rojo.Los colores varían en las franjas; en la parte superior del mural el juego de color es más intenso y más variado, mientras que en las franjas inferiores predomina los tonos de terracotta trabajados con gris. La mayor variedad en el color en la parte superior del mural le da un carácter más liviano, mientras que los tonos terracotta inferiores, más sobrios, comunican el sentido de queestán sosteniendo el peso de la totalidad de la obra.
En adición al uso del color y la adición de elementos rectangulares, Suárez emplea otro motivo la escritura para crear variaciones en las franjas y en los módulos individuales. La escritura, esgrafiada sobre las planchas, funciona como e1 elemento curvilíneo y por ende más libre dentro dela estricta geometría de los módulos. La escritura es en ocasiones sólo un elemento de diseño libre, a manera de garabato que rompe con las líneas rectas de los módulos. En algunas planchas la escritura se constituye en palabras sueltas y frases. La palabra “barro” se repite a lo largo de toda una franja.En otra encontramos un abecedario, mientras que otras franjas recogen el hermoso y solemne poema “Cuántos cuantos” de Iris María Landrón:
“Aquí: rasgando palabras y despertando esencias
Batallo por la luz de una respuesta
Aese Cuánto final que nos espera a todos”.
En el diseño y disposición de las franjas encontramos también la diversidad que resulta del juego de ir variando elementos similares. Cada franja establece una división en sentido horizontal y estas divisiones crean el patrón repetitivo. Ahora bien, aunque se trata de un número reducido de diseños modulares no hay dos franjas que sean iguales. A pesar de la similaridad, cada una tiene un diseño único, logrado en este caso por el ancho de los módulos, el orden en que se emplean, la disposición de los elementos rectangulares que se proyectan, de manera que no hay repetición. Es efectiva, esa tensión entre la reiteración de las divisiones horizontales y la individualidad de cada uno delos componentes. Así como las planchas individuales tenían un carácter único,cada franja del mural es también de diseño individual. Esto de nuevo obliga alojo al juego incesante de tratar de encontrar el patrón en la infinidad de variaciones sobre el mismo tema o temas similares que nunca se van a repetir. Resulta extraordinario cómo Suárez ha logrado, con el uso de elementos similares, crear tal variedad, un mundo vertiginoso donde con pocos signos logras complejas fórmulas.Una de las funciones del arte es enseñar a lespectador a mirar, a examinar minuciosamente las superficies creadas por elartista. En este mural de Jaime Suárez el uso de franjas similares que nunca repiten tamaño y diseño, el juego entre lo individual y lo repetitivo de los módulos, entre garabatos y escritura significativa establece una tensión que nos fuerza a mirar y seguir mirando su hermosa superficie.