[ 2004 ]

En mayo de este año y luego de una serie considerable de cocteles de inauguración para patronos, amigos, prensa, socios, etc., abrió al público el nuevo MoMA, sigla por la cual se conoce el Museo de Arte Moderno de Nueva York. La remodelación, más bien reconstrucción de la estructura tomó varios años y muchos millones de dólares. Los resultados de esta campaña son, como todo, una mezcla de aspectos positivos y negativos. Entre los primeros figura prominentemente mayor espacio para galerías y oficinas, así como mejores facilidades para el público.

Uno de los motores para la reconstrucción fue la posibilidad de construir una torre multipisos de apartamentos de vivienda, que posibilitó al Museo vender el espacio vertical del edificio para obtener los fondos que hicieron posible la campaña de ampliación. Sin embargo, ahora la estructura carece de coherencia. El viejo MoMA parece estar encajonado entre la torre y otra estructura de carácter disímil que alberga las cafeterías y la tienda del Museo. El patio de escultura, uno de los espacios más atractivos que tenía el antiguo edificio, se ha visto reducido considerablemente. Además de la reducción del espacio, el patio cuenta ahora con dos paredes del diseño original y las otras dos de estilo totalmente diferente.

En términos arquitectónicos me pareció poco atractiva la escalera mecánica que da acceso a los tres pisos superiores. Su diseño está claramente basado en el Pompidou de París, y como todas las imitaciones, es inferior al modelo original. Las escaleras facilitan el acceso dentro del edificio, pero dan la impresión de que uno se ve pequeño, fuera de lugar. En sustitución a ese genial toque artístico del antiguo MoMA, un mobile de Alexander Calder, encontramos ahora un helicóptero suspendido del cuarto piso, a la entrada de las galerías de arquitectura y diseño. No creo que el helicóptero sea tan buena pieza de diseño como para merecer ese destaque, pero por problemas de espacio (el helicóptero no fue diseñado para el MoMA) fue necesario colgarlo muy cerca del techo y no se puede apreciar su forma completamente.

La ampliación al espacio del edificio ha permitido más y mejores espacios de exposición. La galería de diseño, uno de los aspectos más positivos del MoMA, cuenta ahora con un amplio espacio que permite exhibir la interesante colección de objetos de fabricación industrial. Entre ellos figura prominentemente un automóvil deportivo italiano, muy hermoso. La fotografía, la arquitectura, la gráfica, dibujos e impresión de libros también cuentan ahora con espacios dedicados exclusivamente a estas ramas. Dos teatros para proyectar películas (uno de los programas más activos del. Museo) y mayores facilidades de video sé cuentan entre los logros indiscutibles de la remodelación.

Para la colección de pintura y la escultura el nuevo MoMA ha significado también más espacio. Pero me parece que en esto ha perdido casi por completo el carácter íntimo y atractivo del diseño original. Entre otras cosas, la escala monumental de las obras de la Escuela de Nuevo York parecía agresiva en las salas del antiguo edificio. Aunque la altura no varió, las salas son ahora más amplias, y en éstas se colgó el mismo número de obras que en los espacios anteriores. Se pierde el sentido de comunicación directa entre obra y espectador, el confrontamiento de las obras Pop o del Expresionismo Abstracto.

Una de las grandes pérdidas del MoMA fue la Guernica de Picasso, reclamada por el gobierno al ser restaurada la democracia en España, siguiendo los deseos del artista. Aunque la obra de Picasso figura prominentemente en muchas galerías del Museo, nada puede sustituir esa obra. maestra del arte de nuestro siglo. Se hace un intento de promover La danza de Matisse, a manera de sustitución por Guernica  pero me perdonan los fanáticos de Matisse, no da el grado. Otra pérdida del nuevo MoMA fue el Busdriver de George Segal; aquella imagen subida en un nicho oscuro era una especie de ícono del arte Pop. El Welder de Segal está a nivel del espectador, directamente sobre el piso y a pesar de ser una obra impactante, representa un bajón en intensidad.

Lo que me resultó completamente inquietante fue la exposición colectiva con que se inauguró el Museo. Es una muestra clara del chauvinismo y la arrogancia que siempre ha caracterizado al MoMA. La exposición es deprimente, representa el triunfo del «bad painting», promovido ávidamente por una claque de cínicos conscientes de que tienen la sartén por el mango. A eso, quizás en otra ocasión.