[ Viva de El Reportero / Sábado, 8 de noviembre de 1986 ]

Ver la muestra de fotografías  de Henri Cartier-Bresson en el Museo de Arte e Historia de San Juan es una experiencia positiva, renovadora. La exposición consiste de 156 fotos, escogidas por el mismo autor, y tomadas durante los 50 años de su distinguida carrera profesional. A excepción de una o dos tomas, se trata siempre de fotografías de gente: hay retratos de artistas famosos como, Bonnard, Matisse, Faulkner, pero casi todas recogen la fisionomía, los gestos, las costumbres de los pueblos que Cartier-Bresson ha visitado. Pero «visitado» no es el término preciso, porque las fotos de Cartier-Bresson no corresponden a la mirada curiosa del visitante, del turista. Comunican más bien la búsqueda del detalle revelador, el «momento  decisivo», como le ha llamado un crítico, que nos descubre la humanidad básica de sus sujetos. Cartier-Bresson ha cruzado el globo varias veces, las fotos de la muestra fueron tomadas en 23 países. Fue uno de los pioneros del uso de la cámara de 35 mm, con su equipo portátil ha documentado importantes eventos en la historia del siglo. Algunos de estos, como el entierro de Gandhi en la India, la caída del Kuomintang en la China, la coronación de Jorge VI en Inglaterra, forman parte de la exposición. Es significativo que para esta muestra retrospectiva el propio artista haya seleccionado fotos de la gente, del pueblo que vivió esos momentos cruciales. Cartier-Bresson ha retratado las «grandes figuras» de la historia del siglo, pero estos sólo figuran indirectamente en la muestra. La foto del Cardenal Pacelli, (el Papa Pío XII) en Montmartre lo muestra de espalda, ante la cámara están los rostros de los fieles que le saludan. En la foto de unos trabajadores bailando  en Moscú, tomada  en 1954, las imágenes de Lenin y Stalin aparecen al fondo. La gran gama de situaciones, el drama y la alegría del diario vivir de los muchos pueblos que ha convertido . en suyos, es lo que Cartier-Bresson nos presenta como lo más memorable y significativo de su carrera.

Escoge también para esta muestra retratos de algunos personalidades, a manera de tributo a su genio: los Joliot-Curie, Faulkner, Pierre Bonnard, Matisse. Algunas de sus fotografías establecen un marcado contraste con el mundo de la pintura. Cartier-Bresson incluye un número de fotografías de escenas que los pintores franceses del siglo pasado, particularmente los impresionistas, llevaron al lienzo: Dieppe, Bougival, las Orillas de Sena y del Marne. Las fotos parten del interés que tuvieron pintores como Courbet, Manet, Monet, Renoir, por captar imágenes de la vida cotidiana, las diversiones del pueblo francés. Las fotos de Cartier-Bresson establecen sin lugar a dudas el nivel de idealización de esas pinturas consideradas en su tiempo como vulgares y ofensivas. La gente que Cartier-Bresson retrata en Bougival y el Sena son gordos y viejos, familias simpáticas y llenas de vida, pero muy distantes de los atractivos personajes de los impresionistas. La Estación Saint Lazare en París, que le sirvió de tema de Monet para una serie de sus más famosas y hermosas pinturas, es el tema de una foto más bien jocosa de Cartier-Bresson. El hombre salta el gran charco de agua que repite su imagen; el ángulo de sus piernas  contrasta con el de la pose de una bailarina en un cartel al fondo de la foto. Esta fotografía se emplea en el cartel y el impreso de a exposición y con ella Cartier Bresson parece querer expresar la diferencia entre la fotografía y las otras artes visuales.

La exposición, muy bien montada por cierto, rehuye la ordenación cronológica o geográfica. Entiendo que esta fue también una decisión de Cartier-Bresson. No existe el tipo de secuencia tradicional, pues la intención es presentar cada imagen como un mundo especial y autónomo, como una experiencia única. Al principio uno resiste este vaivén, pero las fotos tienen un encanto tal, que uno sencillamente se deja llevar. El montaje incluye una cronología de Cartier-Bresson y reproduce un elocuente escrito suyo sobre la fotografía. Para mí la siguiente frase resume su acercamiento: «Para ‘interpretar’ al mundo es necesario sentirse parte de lo que se encuadra a través del visor». Queda claro que Cartier-Bresson se ha sentido parte de estas imágenes que recogen lo prosaico y lo cotidiano con humor, simpatía y conmiseración, Y lo más fundamental es que logra que el espectador se identifique con su interpretación de la realidad. Cartier-Bresson nos permite encontrar en estas fotos viejas de otros pueblos nuestra común y a la vez gloriosa humanidad.