[ El Reportero / 16 marzo de 1985 ]
Teatro es el título de la exposición de MariMater Ortiz O’Neill que abrió la semana pasada en lo Liga, Viejo San Juan. La muestra agrupa un número de dibujos al pastel, dos litografías, una pequeña construcción con planchas de zinc que configuran un escenario y otra obra en medio mixto donde también figuran de manera prominente planchas de zinc pintadas.
En el impreso que acompaña la exposición la profesora Pat Colville reseña la trayectoria artística de O’Neill, su desarrollo o partir de la gráfica hacia el dibujo. Colville enseña en Cooper Uníon School en la ciudad de Nueva York, donde estudió O’Neill, completando recientemente un bachillerato en Arte.
Parte de su formación incluyó estudios en Italia en el campo de la gráfica. En este medio ha merecido premios en los certámenes del Ateneo Puertorriqueño y de Sin Nombre. Las dos litografías que se incluyen en esta muestra formaron parte de estos dos certámenes recientes y una de ellas se exhibe también en la colectiva de las artistas mujeres en Plaza las Américas.
Resalta en la muestra la vitalidad de las imágenes y el empleo casi explosivo de color. Es una exposición que comunica alegría, fuerza, energía a través de las imágenes semicaóticas y la brillantez del color. A medido que el espectador se va adentrando en los obras, emergen patrones, estructuras que le dan coherencia a la muestra, temas recurrentes que señalan hacia la intención de la artista
El teatro es uno de los puntos de partida de un buen número de estas obras. En la construcción que lleva este nombre, O’Neill crea un espacio que simula un escenario en cual coloca y cuelga trozos de los planchas de zinc de sus litografías a manera de telones y utilería. Una de los planchas, colocada en el primer plano, evoca las candilejas de los teatros antiguos.
En los dibujos a pastel Drama en tres actos, Primer acto en casa y Drama en cuatro actos crea también espacios llenos de una escenografía imaginaria, empleando algunas de las imágenes que aparecen en Teatro. La obra Muerte en la catedral y la serie La tempestad I-V están basadas en el drama de Elliot y lo ópera de Henry Purcell, respectivamente. En estas obras, así como en otras que tratan del mismo tema, O’Neill muestra su capacidad para evocar el tiempo y el espacio del mundo del teatro, tanto «real», como en los obras a las que hace alusión, como el imaginario de sus escenografías inventadas.
En las dos litografías crea un espacio imaginario que identifica como la Plaza Mayor de Madrid. Las arcadas y los fragmentos de arquitectura dispuestos en torno a un «espacio» central comunican lo organización de un ambiente urbano, pero lo que predomina en la obra es la aglomeración caótica de elementos diversos, en ocasiones absurdos. Y es precisamente este caos lo que evoca de manera más convincente el ambiente de la Plaza. Llenos de símbolos personales, de memorias trabajadas a la distancia, el gran espacio urbano sirve de receptáculo para la fecunda capacidad creativa de O’Neill. En el proceso logra crear una imagen del orden y desbarajuste de los grandes ciudades.
La serie de tres obras La decisión, El sacrificio y El sacrificio y la decisión es un intento de narrar una historia paradigmática. En la primera obra presenta una figura de Madonna dentro de un espacio que recuerda un convento. En El sacrificio la figura de un hombre de facciones indígenas irrumpe como una fuerzo en el centro del espacio pictórico. Siguiendo la dirección de su movimiento, en lo esquina superior derecha una mano abierta parece esperar su paso ascendente. En la última obra la escena es más calmada y recoge elementos de una: visión personal, a manera de síntesis y resultado del drama anterior. La narración verbal que acabo de hacer, sin embargo, no hace justicia a las complejas imágenes que O’Neill desarrolla en estas obras. Al igual que en las obras que tienen al teatro como punto de partida, la proliferación de formas que abarrotan el espacio pictórico crea uno atmósfera alucinante y rica en significados.
Hay algo de surrealismo en estas imágenes. La serie La tempestad recuerda la escenografía de Metrópolis. Las formas que se repiten en las obras de O’Neill también guardan relación con otros estilos y esquemas compositivos, pero estos elementos han pasado a convertirse en un lenguaje de formas muy personal. En conjunto las obras comunican una gran exuberancia creativa. Los trozos del pastel están ejecutados con brío, el color es audaz, las composiciones osadas. Es como poro inspirar o un dramaturgo a crear una obra basada en esas escenografías y al espectador a la admiración de un ímpetu creador manejado con destreza.