[ 1 de mayo de 1986 ]

Gracias al auspicio de la Mitsubishi Motors tenemos la oportunidad de disfrutar  de una extraordinaria muestra de arte japonés en el Museo del Arsenal.  Puerto Rico es una de las escalas de esta muestra itinerante que recoge 137 grabados en modero del Museo  Ukiyo-E del Japón. El Museo fue establecido  por la familia  Sakai y posee la más completa  colección  de esta forma artística.

Ukiyo-E es el término que denomina este género; significa «escenas de la vida diaria». La exposición incluye obra del siglo XVII al presente. Acompaña Io muestra unos impresos educativos con información sobre el desarrollo del grabado en Japón, sobre la serie Camino Tokaido de Hiroshige (1797-1858) y sobre el proceso de impresión de las obras. Un desplegable con ilustraciones a color y un magnifico catálogo ofrecen al visitante más información sobre el Ukiyo-E..  Como si no fuera poco, el artista Haruyo Fujita hace dos demostraciones al día del proceso de impresión. Las demostraciones se ofrecen hasta el 16 de marzo. El montaje es excelente; entiendo que la Mitsubishi incluso ha instalado paneles de caoba en la sala, que tanto protegen las paredes como las obras en exhibición. Todo se ha realizado con un cuido extremo, la sala está ambientada con música del Japón. Se trata sin duda de una exhibición ejemplar, tanto en la calidad de las obras mostradas como en la presentación al público.

Me pareció de particular interés, la explicación sobre el proceso de impresión de las obras. Una pared recoge 27 ejemplos que permiten al visitante percatarse de la manera en que se trabajaba el grabado en madera, Se emplea uno dé los grabados de la serie Camino Tokaido, del cual aparentemente han sobrevivido las placas de madera. Según se explica, el artista, Hiroshige, en este caso, hacía el diseño: los talladores preparaban las placas de cada color, que pasaban a manos de los impresores para realizar la edición. Contrarío al desarrollo de la gráfica en Occidente, el artista ni tallaba ni imprimía su obra, sólo supervisaba el proceso, velando porque la gráfica reprodujera los colores y efectos del diseño original. Esta separación entre diseño e impresión me parece que resultó determinante en el desarrollo del grabado en Japón. La línea, el color, las gradaciones en tonos, reflejan la intención de reproducir los efectos de las líneas y aguadas del original. El corte de la madera parece no incidir en estas imágenes asombrosas.

En nuestra tradición, por contraste, la evolución del grabado tiene como ingrediente importante la interacción entre la imagen y su realización. A la busca de efectos plásticos un grabador como Goya, por ejemplo, inventa una nueva manera de trabajar la plancha de metal. La innovación técnica tiene que ocupar un escalafón muy bajo para quien sólo le corresponde tallar el diseño de un gran maestro. Pero estos talladores logran unas líneas asombrosas, de una precisión y calidad sin par.

Entre las observaciones que se hacen en los paneles educativos se destaca la influencia que tuvo esta tradición gráfica en la pintura europea del siglo XIX. La sofisticación y la elegancia del Ukiyo-E impactan a cualquiera. Lo asimetría estudiada, el corte abrupto, el movimiento, la estilización de las figuras son recursos tan bien manejados en la gráfica japonesa, que hacen parecer burda y simplista la nuestra. Pero es que se trata de dos tradiciones con objetivos muy diferentes; la comparación es esclarecedora, pero nos lleva de nuevo a las diferencias en el desarrollo histórico de cada una que propició expresiones tan distintas.

Uno asume que esta extraordinaria exposición es representativa del Ukiyo-E, por lo cual resalta la riqueza expresiva y documental de este arte. Las estaciones del año, las ocupaciones, la vestimenta y las celebraciones, el teatro Kabuki, los medios de transportación, la arquitectura, las clases sociales y la geografía, en fin, un caudal de información ha quedado plasmado en estas gráficas, para el observador de afuera y para los japoneses contemporáneos. Y además de ser una experiencia de carácter estético, la exposición nos despierta interés por conocer más sobre la sociedad que evocan estas obras de arte. Creo que es correcta la aseveración en el desplegable de que la exposición es «Una ofrenda de amistad a todo el pueblo puertorriqueño». Es una exposición que nadie se debe perder, que hay que visitar varias veces, y que esperamos sea la primera de una serie de iniciativas similares.