[ Ei Reportero / Sábado, 7 de diciembre de 1985 ]

El próximo sábado 14 de diciembre se develará en el Museo de Arte de Ponce la Venus, escultura en bronce del artista colombiano Fernando Botero. La adquisición y develación de esta obra es parte de las actividades que se han estado celebrando con motivo del vigesimoquinto aniversario de la apertura del Museo. Todos los años se celebra una fiesta especial para recaudar fondos para el Museo. La de este año, auspiciada por Banco de Ponce, contará con la presencia de Fernando Botero. La noche del 13 de diciembre, en una hospedería de la capital, los amigos del Museo Ponce tendrán la oportunidad de compartir un rato con este gran artista contemporáneo.

La Venus de Botero es una escultura de tamaño y concepto monumental. La adquisición de esta importante pieza señala lo que probablemente sea el futuro desarrollo del Museo de Arte de Ponce: una orientación hacia la plástica latinoamericana. El Museo posee ya unos fondos que incluyen obras de la época precolombina hasta la contemporánea, y cualquier futura expansión estaría aspectada hacia fortalecer la colección latinoamericana. Las razones para hacer énfasis en la plástica latinoamericana son muchas y obvias. Lo cercano que nos resulta el arte de estos pueblos hermanos es fácilmente constatable con una visita al Museo.

La presentación de la Venus va acompañada de una exposición de pintura y dibujo de Botero. Las obras provienen de la colección del artista y de varias colecciones particulares de Puerto Rico. La obra de Botero no había sido exhibida en Puerto Rico desde 1970, cuando Marta Traba organizó la muestra Botero, Coronel, Rodón en el Museo de la Universidad de Puerto Rico. La exposición en el Museo de Arte de Ponce permite al público apreciar de primera mano la obra de uno de los artistas más significativos de la segunda mitad del siglo.

Fernando Botero se forma como artista en su natal Colombia y luego en Madrid, Italia y Francia. Su producción se da mayormente en la pintura; a partir de 1976 comienza a realizar en escultura sus ya famosas formas. El carácter volumétrico de sus creaciones en la pintura hace aparecer la incursión en la escultura como un paso lógico, casi inevitable, en el desarrollo de su estilo. Las formas como hinchadas del artista hacen con gran facilidad la transición de la tela a la figura autónoma en bronce, barro o resina de epoxy a colores.

La obra de Botero establece una casi olvidada continuidad con la pintura y escultura de siglos anteriores. Su temática arranca del bodegón y el retrato, la pintura religiosa y mitológica, los tradicionales géneros que se desarrollaron en Occidente en los últimos cinco siglos. Técnicamente Botero pinta como lo hacían los antiguos, con un impresionante dominio del medio y empleando óleo, la tecnología inventada por los hermanos Van Eyck en el siglo XV. En la Venus y otras esculturas podemos asimismo apreciar la cuidadosa terminación, el hermoso color de la pátina, que nos remite al acercamiento de siglos anteriores.

Fernando Botero traduce la historia del arte, las técnicas y los géneros del pasado a su idioma y figuración singular. Las figuras de Botero son inconfundibles por sus delicadas facciones y exagerado grosor. De inverosímiles proporciones, de mirada quieta y pose estática, recuerdan muñecos de goma híper inflados. Pero estas figuras totalmente irreales, inventadas, van creando un mundo coherente que arroja una nueva perspectiva a la realidad de Colombia, del mundo contemporáneo. Su gordura y complacencia se convierte en una poderosa metáfora de la siniestra y tragicómica realidad de los militares, los prelados, las familias bien, de todos los privilegiados.

La Venus del Museo de Ponce es una recreación insólita de un tema muy antiguo en Occidente. Las abultadas formas de extremado tamaño se combinen con una expresión casi etérea de la figura de mirar lejano. Las líneas ondulantes de la Venus le dan un sentido de movimiento, mientras que la posición del cuerpo con un pie casi en el aire contradice el sentido de peso enorme que comunican las amplias proporciones. El ideal de belleza femenina, el símbolo y origen de lo erótico es en manos de Fernando Botero una figura al menos ridícula, que hace asomar a nuestros labios una sonrisa irónica. El viaje al pasado, a las raíces de nuestra tradición artística y cultural da origen a una expresión contemporánea que termina subvirtiendo esa antigua tradición. Botero exalta su relación con esas raíces, pero las convierte en algo muy suyo. El sentido del humor, la ironía con que trabaja los antiguos géneros y mitos, la religión y la sociedad contemporánea de Colombia pertenecen a la picaresca. Hay algo también de la tradición popular en esta gordísima Venus, alude a los fenómenos de circo, la gordura como símbolo de las clases privilegiadas. Como toda genuina obra de arte, la Venus de Botero es muchas cosas a la vez, y por sobre todo es una extraordinaria escultura en bronce.

Nota: Esta pieza se exhibe en Plaza Caribe en Ponce