[ Miguel Trelles 1998 / Museo de Las Americas, Cuartel de Ballajá, San Juan, Puerto Rico ]

Conocedor de tradiciones pictóricas antiguas, insertado en la vorágine del arte contemporáneo, Miguel Trelles se propone emplear todos los discursos pictóricos al servicio de su expresión. Como resulta evidente en esta muestra, Trelles domina la gráfica y la pintura y maneja estilos, géneros y acercamientos con brío.

En su primera exposición individual en Nueva York, Spannungsbogen, Miguel Trelles creó una colectiva compuesta por él y tres artistas ficticios con el tema del laberinto. En la apertura, tres actores asumieron los papeles de los artistas inventados en una puesta en escena dirigida por Trelles. El teatro, que le ocupa y le apasiona, fue el marco de referencia del performance de Spannungsbogen. El teatro es también tema de algunas pinturas de la presente muestra, pero el ambicioso proyecto de Trelles se acerca más al alambicado mundo del cine. Vendredi soir, ¿Y usted qué piensa?, Tarde, Luego o Nunca y muchas otras pinturas recuerdan fotos de libros sobre el film noir.

Miguel Trelles escribe sobre su obra, he tenido el privilegio de leer algunos de estos ensayos. Bien escritos, la elocuente exégesis de su propia obra delata el enfoque eminentemente dirigido a que el espectador, el crítico, los destinatarios, tengamos claro lo que el artista se trae entre manos. Uno sospecha que la función de exégeta es otra de las personas que Trelles asume, así como creó tres artistas ficticios en Spannungsbogen.

Esta muestra incluye la serie Taínos en París, la reacción visceral y genial de Miguel Trelles a la exposición de arte taíno que organizó el Petit Palais en París. Trelles queda deslumbrado por las esculturas de los sacerdotes de la ceremonia de la cahoba. Estos personajes descarnados, en éxtasis sexual, de ojos alucinados, rescatan al arte taíno de la trivialización folklórica y lo devuelven al ámbito del arte monumental. Trelles los inserta como claves a una simbolización de lo contemporáneo: voyeur que contempla la Odalisca de Ingres y a Celia Cruz; deidad tutelar de la pirámide de I.M. Pei en el Louvre; terrible precursor del arrebatado en cada esquina de la jungla urbana actual. El trazo espontáneo y vehemente comunica la tensión dramática que anima este arte del pasado y que Trelles emplea para revitalizar la trillada imagen de nuestros ancestros.

Miguel Trelles utiliza repetidamente motivos de la tradición pictórica china, en dibujos, en las cajas luminosas, en las obras de gran formato, en Taínos en París. Los motivos chinos funcionan a manera de freno al público occidental, que generalmente desconoce el antiguo arte de la China. Se trata de una estrategia para desequilibrar al espectador, así como en Spannungsbogen, la creación de artistas ficticios remite a los intricados laberintos de la intención del artista. (¿Qué demonios se trae entre manos?) Se apropia de elementos de la tradición china, la destripa y canibaliza (otra alusión al Caribe) en ese juego de atracción, seducción y distanciamiento entre el artista y su público.

Gesamtkunstwerk, la unión de todas las artes, es apenas una pequeña empresa ante el ambicioso proyecto de Miguel Trelles de sintetizar todos los discursos pictóricos. Las pinturas de gran formato tienen como punto de partida el rollo chino, esa forma artística que entraña una manera diferente y, para nosotros, exótica de percibir y crear un espacio visual. Su gran extensión exige de un tiempo para captar la totalidad de la obra, y esa dimensión temporal hermana al rollo chino con las artes de la representación dramática, que sólo se revelan al espectador en el transcurso del tiempo mágico de su duración.

Las pinturas de Trelles, sin embargo, parecen guardar más afinidad con el cine. Su enigmático contenido narrativo está reñido con la mesura de la tradición pictórica oriental. Insisto en el cine, con sus ángulos forzados, sus posibilidades de dirigir y concentrar el foco del espectador, la simultaneidad, los trucos al ojo, estrategias de composición visual de las que se vale Miguel Trelles en sus pinturas. En el celuloide se escenifica una obra que no deja margen a la improvisación o reinterpretación por parte del actor. Ya todo está decidido y editado, ahora es el momento del espectador.

Miguel Trelles no hace concesiones a su público, exige mirar, pensar, cavilar sobre lo que presenta. Aún la serie más accesible de retratos que exhibió en Centro Europa, Elenco sentimental, (I996) posaba el reto de identificar a los personajes, reto que se complicaba al incluir gente famosa con retratos de excéntricos populares. El elenco sentimental, de nuevo, remite a la intención del artista, ¿quiénes son estas gentes y por qué están aquí, compartiendo el proscenio con los próceres? (¿Qué demonios se trae entre manos?) Era una galería diversa, ecléctica y democrática, que finalmente terminó por confundir a todos. Uno siempre puede hablar del color, la composición, el arte del retrato, asideros válidos para discutir y analizar la obra de un artista. Con Miguel Trelles esto no es suficiente, más allá de sus dotes y destrezas de pintor, está el amplio continente de la intencionalidad. Elenco sentimental, al igual que Spannungsbogen, conduce al espectador al estado de perplejidad, al sentido de humor del artista y finalmente al terreno de la imaginación de Miguel Trelles.

Chupacabras, la escultura que paseó por el Lower East Side y exhibió en Nueva York revela otra faceta de esta singular personalidad artística. Con cáscaras de coco seco, cabuya y resina creó una pieza apoyada en la mitología popular y las prácticas de la vanguardia. Trelles logró una síntesis del vacilón caribeño y el arte conceptual, con su naturalidad y sang froid habitual.

Las pinturas recientes Quid pro quo, Para Convertirse en Dragones, Bifurcaciones parecen grandes acertijos, voy a pasar por alto la tentación de intentar explicarlas. Su escala panorámica y los cambios de nivel son de por sí claves para que el espectador ensaye su interpretación, complete el ciclo iniciado por el artista de mirar, pensar, entrar en ese diálogo creativo con la imagen. Respecto a la tradición china Miguel Trelles señala que: «los pintores perfeccionaron el paisaje como vehículo para la introspección». Trelles encamina su obra por esos derroteros, lo que pone un peso ingente sobre los hombros del público.

No sé qué se trae entre manos Miguel Trelles, pero entiendo que utiliza todas sus destrezas y su inteligencia para enfrentarnos o confrontarnos con una reinterpretación de lo que es la pintura. Empresa nada fácil en tiempos dominados por video-clips y los muñequitos animados del cine, la televisión, la Internet. La obra de Miguel Trelles, llena de alusiones cultas muy bien disimuladas, es un antídoto a la brutalizante cultura popular que arropa o más bien avasalla la «aldea global». Creo que también nos ofrece una visión moderna del Caribe, con su mezcla esquizoide de subdesarrollo y sofisticación. El talento de Miguel Trelles está a la altura de su ambición, nos falta dar el brinco para alcanzarlo.