[ Publicado en el El Reportero / 10  diciembre 1983 ]

La modestia no es virtud que abunda mucho entre los artistas. Desde la ontiqüedad clásica se identifican la ambición, la arrogancia, la pasión como características de esta clase. El mito de Dédalo es un recordatorio de que los dioses castigan severamente al artista que se quiere pasar de la raya.

Desde los escritos más antiguos se señala otra característica esencial  –la  intensa rivalidad entre artistas, la pugna por ser considerado el primero, a expensas de la devaluación constante de sus compañeros. Sin llegar a los extremos de Benvenuto Cellini, que envenenó a su rival Pompeo de Capitaneis, la historia del arte está llena de estas batallas. Matisse  encontró horrible las Demoiselles d’Arignon de Picasso;  cada nuevo rumbo en el arte es mirado con desprecio o atacado abiertamente por los artistas que cultivan un estilo diferente. Se trata además en nuestro siglo de una rivalidad de estilos, de hacer prevalecer una manera de pintar sobre las otras, en siglo que se caracteriza por la gran diversidad de movimientos. La rivalidad pues a nivel internacional.

En Puerto Rico no nos quedamos atrás. Cuando se habla de más de un artista, el listado tiene que seguir invariablemente orden alfabético. Utilizar cualquier otra ordenación es caer en polémicas, buscarse enemigos gratuitamente. Pero aún así la controversia no amaina. La situación es tan grave que se ataca a un artista por utilizar el apellido materno que ‘comienza con  “A”.  La razón de esto, dicen los más mezquinos, es caer entre los primeros en las listas.

La generosidad hacia otros artistas es un fenómeno muy raro en la historia. Personalidades como Rubens o Pissarro son totalmente anómalas, su capacidad de reconocer el genio ajeno sin que esto les cause angustia no es nada común. Lo usual es la guerrilla interna, el golpe muchas veces bajo, el ataque personal.

Entre los principales pintores de Puerto Rico -Myrna Báez, Rafael Ferrer, Luis Hernández Cruz, Carlos Irizarry, Francisco Rodón y Julio Rosado del Valle, los únicos que mantienen algún nivel de relación de amistad son Báez y Hernández Cruz, siendo este último el más generoso de la lista anterior. El haber estado en la cárcel ha modificado (por lo menos temporeramente) a Carlos Irizarry, y entiendo que se muestra ahora calmado y generoso.

Rafael Ferrer, quien hace 20 años salió de Puerto  Rico, aún  vive intensamente esta rivalidad. Tuve ocasión de hablar con él recientemente, y parecía que no había estado afuera, la fama y el reconocimiento a nivel internacional no habían ablandado su sentir. De la banda de acá, los sentimientos que su quehacer artístico suscitan son tan fuertes que alguien le escribió un anónimo amenazante el crítco Samuel Cherson advirtiéndole que dejara de escribir positivamente sobre Ferrer porque sino…

Entiendo gue este clima no existe en otras ramas del arte. Me han dicho que como el teatro es un quehacer colectivo, los dramaturgos, actores y directores tienen por necesidad que guardar unas relaciones cordiales. Edgardo Rodríguez Juliá, asornbrado ante el nivel de hostilidad verbal entre nuestras artistas plásticos, me dice que entre escritores la situación es otra; que se tratan cordialmente, e incluso sienten gran cariño unos por otros;

Quizás sea ridícula la pregunta de quién es el mejor pintor de Puerto Rico. A primera vista puede parecer que guarda afinidad con el “imperativo territorial” del biólogo fascista Konrad Lorentz y la lista de las mujeres mejor vestidos. En realidad el reconocimiento y los galardones son esenciales a cualquier actividad humana. El que diga que no quiere reconocimiento sencillamente está mintiendo.

La manera más fácil de salir del paso y contestar lo pregunta que encabeza esta columna es decir que todos son el mejor, cada uno en su estilo y a su manera. Pero al incauto que diga eso le zumban la próxima pregunta, de cuál estilo es el superior. Para mi es como comparar chinas con mangóes. ¿Qué es mejor; la novela, la prosa, la épica, el ensayo, la tragedia o la comedia, la prosa o la poesía? Trate usted dé convencer a estos artistas de una convivencia pacífica y se encontrará con una flamante lista de nuevos enemigos.